
La reforma pendiente del Estado: valentía para lo impopular
Chile necesita un Estado ágil, digitalizado, capaz de articularse con el sector privado para promover productividad, crecimiento, salud eficiente, educación de calidad e igualdad real.
Chile necesita un Estado ágil, digitalizado, capaz de articularse con el sector privado para promover productividad, crecimiento, salud eficiente, educación de calidad e igualdad real.
“Enchular a la vieja” no es solo una frase desafortunada. Es la señal de que hay un país que aún se siente cómodo en estereotipos que deberíamos haber superado.
Hay avances puntuales, como la reducción de permisos para iniciar proyectos de inversión en este gobierno, pero la conversación pendiente no es si atacamos listas de espera, viviendas o seguridad —que por supuesto son prioritarias—, sino cómo construimos un Estado ágil y profesional capaz de dar continuidad a lo bueno, corregir lo malo y cumplir las promesas sin reiniciar cada cuatro años.
Si queremos que la agenda de crecimiento no sea solo un eslogan, el sector privado debe ser parte activa de las soluciones, pero desde un lugar que convoque y no que divida.
Hoy más que nunca, los equipos deben ser el dique que contenga el ruido, no el que lo amplifique. La vocación de servicio —no el afán de figurar— debiera ser el criterio que organice el trabajo político, comunicacional y territorial de los comandos. Y eso exige una claridad brutal: no se puede construir liderazgo en base al cálculo individual.