Mientras el presidente Trump saca cuentas alegres con la incertidumbre que causa, se han iniciado dinámicas que irán en la dirección contraria a lo que aspira y el problema es que será cada vez más difícil disociar su rol de la imagen de su país.
Erdogan y su partido el AKP han instalado un régimen autoritario, lo que se acentuó tras el frustrado intento de golpe en su contra en 2016. Tras ese episodio, además de encarcelar a muchos opositores, la mayoría no vinculada a la conspiración, procedió a depurar a las principales instituciones estatales de la gente que no le era afín.
El torbellino de decisiones y declaraciones, asumiendo que responde a una estrategia, parece seguir el viejo principio de golpear por todos lados para confundir y desmoralizar, y así bajar la resistencia de las contrapartes/adversarios ante el empuje de ciertas iniciativas (tanto domésticas como externas). En ese contexto y en lo que se refiere a Latinoamérica, cobra sentido la declaración presidencial de unos días atrás “Estados Unidos necesita a América Latina, pero América Latina necesita más a Estados Unidos”.
Australia desde hace un lustro ha empujado una transformación de su política exterior hacia el Pacífico Sur, que es interesante de observar por los hitos y herramientas que ha introducido.
Lamentablemente los regímenes democráticos han estado bajo asedio en los últimos años, desde el más al menos consolidado. Las razones son múltiples, pero las más relevantes y en ocasiones decisivas, tienen que ver con la convicción de las personas y en particular de sus autoridades. Esto ocurre cuando las élites gobernantes y/o la sociedad asumen que un sistema autoritario es preferible al régimen democrático para enfrentar los desafíos del país.
Independientemente del signo actual del gobierno en Chile, nuestro país es de aquellos que, por evidentes razones de interés nacional, no quisiera verse obligado a alinearse con alguna de las potencias, particularmente entre Estados Unidos y China. Pero para que ello suceda se debe crear una red de relaciones que puedan diluir o mitigar las presiones que se incrementarán. En esa línea las alternativas más evidentes son fortalecer el diálogo político y la integración económica con América Latina, así como con la Unión Europea. De hecho y desde mi perspectiva, lo primero es requisito para una fuerte relación con Europa.