¿Estaremos a tiempo?
Cada nueva manifestación del clima, similar al oleaje, golpea con mayor fuerza y frecuencia, transformando lo que antes eran fenómenos excepcionales, en un patrón que desborda nuestra capacidad de adaptación.
Cada nueva manifestación del clima, similar al oleaje, golpea con mayor fuerza y frecuencia, transformando lo que antes eran fenómenos excepcionales, en un patrón que desborda nuestra capacidad de adaptación.
El Nobel de Economía 2025 llega en un momento preciso de la historia de nuestro país, ya que reafirma una vez más que para crecer, debemos innovar y para innovar, debemos confiar en la ciencia y en quienes la hacen posible.
No basta con reconocer la importancia de la ciencia: debemos asumir compromisos medibles, con plazos y con indicadores verificables. Invertir más, formar y retener talento, articular sectores, aprovechar nuestras ventajas naturales y fortalecer la cooperación regional son pasos imprescindibles.
Si no incorporamos el cambio climático, la biodiversidad, el envejecimiento y la dimensión cultural y democrática de la ciencia, seguiremos equiparando el conocimiento a un artículo transable, en lugar de reconocerlo como un bien público esencial para el desarrollo del país. El desafío del próximo gobierno será ensanchar esa mirada, entendiendo que la ciencia es también cultura, cohesión y soberanía democrática.
La comunidad científica, las universidades, los emprendedores, las organizaciones sociales, sin duda, estaremos expectantes de saber si los planes que tienen quienes buscan dirigir el país, superan la retórica y asumen, con seriedad, a la ciencia como pilar estratégico del país.
Defender la libertad científica, actuar con ética e integridad, y asumir la responsabilidad social, son pasos imprescindibles para que nuestro conocimiento contribuya a un futuro en el que prevalezcan la justicia, la sostenibilidad y la igualdad.
En un escenario global marcado por la incertidumbre, no podemos seguir aplazando la transición hacia una cultura de valorización del conocimiento con políticas de Estado estables, coherentes y sostenidas en el tiempo.
Nuestro país cuenta con el talento, los conocimientos y las redes internacionales necesarias. Lo que se requiere ahora es voluntad política y visión estratégica. Es urgente aumentar la inversión pública en I+D+i, fortalecer la descentralización y la articulación intersectorial, y promover la colaboración público-privada.
El envejecimiento de la población que Chile registra no solo impacta a quienes se encuentran en esta etapa de la vida, sino que también, incluye una carga económica y emocional sobre las familias, los cuidadores y todas aquellas personas de su entorno.